Filosofía de la mente
En el presente trabajo me propongo defender un panprotopsiquismo monista neutral similar al monismo russelliano. Dos conceptos fundamentales para comprender dicha posición son el monismo y el dualismo, por lo que en primer lugar presentaré una definición de los mismos.
El monismo abarca aquellas corrientes filosóficas que consideran al universo como constituido por una mera causa, arjé o sustancia primaria. En este sentido, nos topamos con tres clases principales de monismo: el materialista, el idealista o espiritual y el monismo neutral. Para este último, la sustancia primera no es ni mental ni física, pues como diría Russell, estas son dos clases de «construcciones lógicas» establecidas a partir de una sustancia que es previa a las mismas. Por otro lado, la visión rival del monismo es el dualismo, según el cual existen dos causas, las materiales y las mentales.
Seguidamente pasaré a exponer otras tres nociones fundamentales relacionadas entre sí (panpsiquismo, panprotopsiquismo y emergentismo), pues para poder hablar del panprotopsiquismo, primero debemos comprender la situación en la que se encuentran las posturas panpsiquistas y cómo el panprotopsiquismo puede suponer una posible solución ante el emergentismo fuerte y ante los problemas de la combinación propios del panpsiquismo.
Según el panpsiquismo, el único tipo de sustancia que existe es al mismo tiempo física y mental, es decir, los átomos tienen propiedades físicas y mentales, por lo que estamos ante una postura monista de sustancia pero dualista de propiedades. Tenemos conciencia porque ya en el nivel fundamental de la materia hay conciencia. Según Strawson en La realidad mental, «materialismo agnóstico; primera parte», el panpsiquismo (Pp.93-95) es la visión de que hay mucha más mente en el mundo de la que pensamos, en el nivel fundamental de la materia ya hay propiedades mentales. Esto supondría una evolución en nuestra concepción del mundo que añade a la actual teoría atómica la existencia de propiedades mentales y propiedades físicas.
A partir de lo recientemente expuesto, podemos hacer una primera distinción entre panpsiquismo y panprotopsiquismo, pues mientras que para el primero las partículas tienen propiedades mentales y físicas, para el segundo estas mismas partículas tienen propiedades protomentales y protofísicas. Sin embargo, una breve explicación del emergentismo nos permitirá mirar los problemas que entraña el panpsiquismo y cómo el panprotopsiquismo que propongo parece resolverlos.
Searle en El redescubrimiento de la mente, «La conciencia y su lugar en la naturaleza», afirma que la conciencia es una propiedad de alto nivel que aparece cuando hay cerebros biológicos (Pp.101-102). Sin embargo, aunque podamos explicar la tensión superficial que emerge cuando se juntan varias moléculas de agua, no sabemos cómo la conciencia emerge mediante las relaciones neuronales. Si esta conciencia no tiene nada en común con todas las demás cuestiones físicas, ¿por qué decimos que el problema de la conciencia es un problema físico? Para Searle el emergentismo se trata de una propiedad incomprensible. Nos situamos ante un dualismo especial que nos devuelve a la distinción entre panpsiquismo y panprotopsiquismo. Tal vez las partículas no tienen propiedades conscientes, sino protoconscientes, en tanto que permiten explicar la conciencia al combinarse de cierta manera. Estas no serían propiedades mentales, pero podrían explicar la emergencia de propiedades mentales. El panpsiquismo tiene esta capacidad positiva de explicar problemas tradicionales como la relación mente-cuerpo, de ser ontológicamente simple… pero se enfrenta al problema de la combinación, el problema de cómo y por qué las propiedades físicas y mentales de los átomos se combinan para dar lugar a nuestra conciencia, aquí el panprotopsiquismo tiene ventajas respecto al panpsiquismo.
Esto nos lleva a considerar necesaria una peculiar concepción de lo que entendemos por «materia» y para ello conviene fijarnos en la afirmación de McGinn en ¿Podemos resolver el problema mente-cuerpo?, cuando asegura que el intelecto humano es como es debido al vacío epistémico que lo constituye con respecto a esta cuestión (P.92). ¿Puede ser que la pieza que nos falte en la relación mente-cuerpo tenga que ver con nuestra ignorancia constitutiva respecto a lo que es la materia y los modos en los que se nos presenta y relaciona? En este sentido, me decanto por la posición de Heisenberg cuando en Física y Filosofía afirma lo siguiente:
«Por el contrario, puede decirse que la capacidad humana para comprender puede ser en cierto sentido ilimitada. Pero los conceptos científicos existentes siempre abarcan solo una parte limitada de la realidad, y la otra parte que aún no ha sido comprendida es infinita». (P.172)
Mi intención es la elaboración de una invitación convincente que nos anime a realizar ciertos cambios en nuestra concepción de «materia», cuya composición básica caracterizaría con el concepto de «protopropiedad». Me baso en los experimentos realizados con los aceleradores de partículas, cuyos resultados Heisenberg interpreta como la prueba definitiva de la mutabilidad total de la materia que, en última instancia, está hecha de lo que podemos denominar «energía». Considero de interés comparar esta «energía» con lo que en biología se llama «células madre», las cuales no están especializadas pero tienen la capacidad de reproducirse y convertirse en cualquier tipo de célula propia del organismo al que pertenecen. Del mismo modo, esta «energía», e incluso me atrevo a decir: esta «protopropiedad», tendría la capacidad de especializarse y combinarse, produciéndose así todos los fenómenos físicos y mentales que conocemos.
Sin embargo, el cierre de esta exposición implica la apertura de la siguiente problemática: he decidido emplear el término «protopropiedad» en vez de propiedades «protomentales» y «protofísicas» para evitar caer en lo que parece cierto dualismo cartesiano. Las concepciones de tal dualismo son de indudable ayuda hasta cierto punto, pero tal vez en este momento de la investigación traigan más confusiones que beneficios.
BIBLIOGRAFÍA
Strawson, G. (1997). La realidad mental. Prensa Ibérica.
McGinn, C. (1989) ¿Podemos resolver el problema mente-cuerpo?. Mind
Searle, J. R. (1992) El redescubrimiento de la mente. Crítica
Heisenberg, W. (1959), Física y filosofía. La Isla.
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